miércoles, 14 de noviembre de 2012

El contrato social - Rousseau


Rousseau marca dos Estados del hombre: el natural y el civil. Cuando nos habla del Estado de naturaleza, se nota la influencia iusnaturalista porque afirma que, incluso antes de entrar a una sociedad, el hombre nace con derechos naturales, nace siendo libre e igual a los demás. Además, nos menciona que una de las cosas buenas de este Estado es que el hombre sentía empatía con sus semejantes. Es decir, no podía ver sufrir al otro. Cuando habla del Estado civil, nos indica que éste representa el inicio de la moralidad y de la relación con los demás. Pero, ¿cómo pasamos de un Estado a otro? Por medio del contrato social.
El contrato social tiene como objetivos crear una asociación que defienda y proteja a través de la fuerza común, para así lograr un estado de seguridad. Para entrar a este contrato social se necesita enajenar los derechos naturales por el bien común y dejarlos en manos del cuerpo político. Con este contrato no se tiene la misma libertad que se tenía en el Estado natural; sin embargo, se adquieren más beneficios, como el derecho a la propiedad y la igualdad política.
Al mismo tiempo, cuando se entra al Estado civil, el hombre deja de ser hombre para convertirse en ciudadano, por tanto, adquiere obligaciones. Como miembro del cuerpo político que se ha formado, el ciudadano se vuelve súbdito del soberano (nombre que se le da al cuerpo político en su totalidad) porque, aunque se forma parte del todo, se debe obedecer al todo.
Como ciudadano, se tiene la obligación de saber cómo funcionan exactamente los asuntos del Estado y de conocer sus derechos, libertades y  obligaciones. Acerca de esto, hago un paréntesis para marcar dos cosas. En primer lugar, los demás autores habían mencionado los deberes de los gobernantes, pero nunca habían marcado con tanto ímpetu, como lo hace Rousseau, las obligaciones del ciudadano y cómo el Estado no prevalece si éste no cumple con su parte; lo cual me parece un pensamiento revolucionario y muy acertado. En segundo lugar, conociendo las características de ciudadano según Rousseau, concluyo que en México hay pocos ciudadanos. Porque la mayoría de la gente no sabe cómo ejercer inteligentemente su voto ni se encuentran enterados de la cuestión política del país. Por ejemplo, según la casa encuestadora Parametria, sólo 34% de los encuestados se enteraron de la Reforma Laboral y de lo que implicará.  http://www.animalpolitico.com/2012/10/solo-34-se-entero-de-la-reforma-laboral-parametria/. Además, opino que en el país se tiene un mal concepto de qué es ser ciudadano. Hay algunos que piensan que su único deber es ir a votar, y ahí acaba su trabajo. Sin embargo, el sufragio es sólo el inicio de su papel. Hay otros que se consideran ciudadanos por ir al cierre de campaña de Obrador o por hacer marchas de todo, pero no se interesan por vigilar a sus diputados locales o a sus jefes delegacionales, y exigir la rendición de cuentas. Y hay otros más, la mayoría lamentablemente, que  piensan que todo está bien porque pusieron una pista de hielo o porque trajeron a Justin Bieber al Zócalo.
Otro concepto al que nos introduce es el de voluntad general. Ésta es la unión de voluntades particulares, donde todas las voluntades se toman en cuenta, y, a pesar de las diferencias, se llega a un consenso porque siempre se busca el bien común. La voluntad tiene cuatro características:
1.    No puede enajenarse. No puede enajenarse porque la voluntad general cambia constantemente, tiene nuevas necesidades y cambia de acuerdo a las situaciones. Además, no puede darse a un particular porque la voluntad debe ser colectiva. Si se da a un particular, se corre el riesgo de que no vea por el bien común.
2.    Es indivisible. No significa que todos debamos estar de acuerdo en todo, significa que el gobierno no puede hacer a un lado a los de diferente opinión; es más, debe ver porqué no votaron a favor o porqué no votaron por el ganador y añadir sus peticiones a su plan gubernamental.
3.    Es siempre recta. Es siempre recta porque apela al bien común; sin embargo, a menudo se le engaña. Es común, cuando el pueblo no está bien informado, que un grupo pequeño grupo de particulares se pongan por encima de los demás.
4.    Es indestructible. Al reunirse todos, la gente forma un solo cuerpo; por tanto, al ser un solo ente buscan el bienestar del cuerpo en su totalidad.
Por tanto, la soberanía es el ejercicio de la voluntad general. El soberano le da permiso al gobierno de ejercer esta autoridad, sin embargo, esto no significa que el soberano se deslinda de toda la cosa pública, pues debe estar al tanto del funcionamiento de lo público.
En cuanto al gobierno,  éste es el intermediario entre el súbdito y el soberano. Se establece a través de un acto de ley, y se conforma por el príncipe y los magistrados. El príncipe es el encargado de esta administración; el magistrado, son cada uno de los que forman el cuerpo. El magistrado son empleados del pueblo, por tanto deben estar subordinadas al pueblo.
Hago un pequeño paréntesis en este tema porque creo que esta visión de Rousseau es bastante significativa, más no ha perpetrado en la población mexicana. La gente ve a los funcionarios públicos como personas ajenas a ellos, como personas intocables; cuando no debería ser así. Cito a Daniel Cubria, en la columna invitada de Animal Político, “La política no es de nosotros, se suscribe a un mundo lejano e indiferente del día a día del ciudadano”.
Opino que las personas lucharían por romper las barreras que han impuesto y por establecer métodos para la rendición de cuentas si se dieran cuenta que aquí los subordinados deberían ser los políticos, y que, por tanto, no es normal ni aceptable que “El niño verde” tenga un reloj de colección de 145 mil pesos o que los brackets de Alejandra Barrales cuesten 60 mil o que el líder de Convergencia tenga un Mercedes Benz blindado o que el nuevo avión presidencial de Peña Nieto vaya a costar 239 millones de dólares. Si la gente empezara  a ver a los políticos como sus trabajadores, se empezaría a exigir muchísimo más y no se conformarían con que pinten las banquetas de su colonia o con un simple pavimentado.
Volviendo al tema, el gobierno se divide en poder ejecutivo y legislativo. El ejecutivo es la fuerza; el legislativo, la voluntad. Para equilibrar a estos poderes, surge el tribunado. Este debe asegurarse que el poder legislativo no quiera hacer cosas correspondientes al ejecutivo, o viceversa. También de que ninguno de los dos poderes quiera hacer algo que vaya en contra de la voluntad general. Además, se debe evitar que el gobierno abuse de su poder. Este abuso se puede dar de dos maneras: por la concentración, que es cuando el poder recae en unos cuantos, y por la disolución, cuando quieren usurpar funciones que no les corresponden.
Cabe recalcar, que el soberano a través del poder legislativo establece las leyes. Es el único que puede hacerlas. Lo ideal sería que el pueblo se reuniera en todo momento para que ellos mismos hicieran las leyes, que exista una democracia directa; sin embargo, por su dificultad y porque las personas dejan de interesarse por la cosa pública, surgen los representantes.
Los diputados son sólo comisarios, es decir, sus leyes no son definitorias y deben ser comunicadas al pueblo para que ellos decidan si se establece o no. Los diputados son administradores y por tanto, se les puede revocar el puesto cuando estos no cumplan con su trabajo o no vean por el bien común.
En cuanto a las leyes, éstas son el acto de estatuir por parte del soberano. Como ya se dijo, el único que puede establecer una ley es el pueblo. Existen varios tipos de leyes: Las políticas, que definen cómo se va a ordenar el Estado; las civiles, que indican la relación soberano-ciudadano y ciudadano-ciudadano; las criminales y las costumbres, sobre éstas últimas se van a legislar las leyes. Además las leyes deben buscar la igualdad y nunca privilegiar a un particular. Por tanto, con las leyes se busca que la clase media predomine en el Estado, y que no haya un particular que pueda comprar a otro ni otro tan pobre como para venderse.
El Estado, por otra parte, va a tener indicadores que dirán cómo está su salud. Estos son:
a)    Su tamaño. Si el Estado es demasiado pequeño, indica que no puede sostenerse por sí solo. Si es demasiado grande, indica que no hay un vínculo social entre los habitantes porque no existe un contacto uno con otro; ven a los demás como extranjeros y no como compatriotas. Además, no se inculca el amor a la patria porque se está muy lejos para apreciarla y las acciones del gobierno tardan en ejecutarse debido a la distancia. Aquí podemos apreciar que México sufre los efectos de su enorme extensión
b)    El número de habitantes. Si la población disminuye, quiere decir que el Estado está siendo descuidado. Esto lo podemos notar en México porque la mortalidad infantil es bastante alta en varios estados del país. Según datos del INEGI, en el año 2000 los más afectados fueron Guerrero, Chiapas y Oaxaca. Otro aspecto son el número de muertos por el combate al narcotráfico. No creo que nadie tenga la cifra exacta, pero podemos ver la gravedad del asunto porque nunca antes se informaron tantas muertes, tantos ejecutados, tantos “levantados”. Además de la mortalidad, podemos ver que México es un Estado en problemas por el nivel de migraciones. Aparte de las migraciones del campo a la ciudad por falta de empleo, ya hay más migraciones a Estados Unidos. Lo más alarmante es que no sólo la clase marginada se desplaza de país, ahora también lo están haciendo la clase media y alta por los problemas de seguridad y narcotráfico.
Por otra parte, este argumento de Rousseau tiene un punto débil. En el caso de China o India, la población crece y no hay un nivel de mortalidad significativa; sin embargo, eso no significa que sean Estados totalmente sanos.
c)    Sus instituciones. El Estado es excelente si los legisladores hacen instituciones de acuerdo a lo que prevean. Esto es algo que obviamente no pasa en México.
d)    Su dependencia. Es importante que para ser un Estado sano, no se dependa económicamente de ningún otro país.
Otros aspectos que toca esta obra son las formas de gobierno. Al igual que Montesquieu, Rousseau dice que no existe una forma de gobierno para todos, a algunos les convendrá tal forma y a otros les perjudicará. Pero hace una distinción en la aristocracia, pues argumenta que la electiva es la mejor forma de aristocracia porque no cualquiera es elegido; mientras que la hereditaria es la peor forma porque se corre el riesgo que hombres no capacitados lleguen al poder.
En cuanto a la religión, la indicada es la civil porque tiene pocos dogmas, pide poco y es bastante tolerante con las demás religiones. Y en cuanto a la guerra, nos comenta que una guerra sólo existe entre los Estados; es decir, no debe existir una pelea entre Estado-individuo porque, aparte de la notable desventaja, ambos entes son de esencia distinta.  
En conclusión, Rousseau nos adentra a las instituciones del Estado, sus funciones económicas y cómo es necesario que al poder legislativo sólo lleguen personas extraordinarias.




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