La trama de esta obra
gira entorno a la justicia. Al inicio del libro, se define justicia como el hecho de que cada quien haga lo
que le corresponda. Sin embargo, para comprender el origen de la justicia, su
esencia y su utilidad debemos retomar los orígenes del Estado.
La sociedad se
origina por la necesidad del hombre de satisfacer sus necesidades. Para esto,
requiere de más personas para poder realizar un intercambio de productos o
servicios. Es decir, un hombre no puede valerse sólo por su trabajo; necesita
también el de otros.
En sus inicios, el
Estado sólo se conforma de pocas personas, sólo las indispensables
para satisfacer sus necesidades. Este modo de vida representa
el Estado Sano. Poco a poco, la población no se conforma con lo necesario y
busca los lujos; por tanto, cuantos más lujos, más personas requiere la
comunidad. He aquí cuando la sociedad empieza a “enfermarse”.
El Estado necesita
del gobierno para ser personificado. Este gobierno necesita ver por la
necesidad y el beneficio de los ciudadanos, y nunca por sus propios intereses.
Ser un guardián del Estado conlleva muchos sacrificios, pues siempre se
necesita ver por los demás antes que por ti, y es por esto que los
más inteligentes no desean el trabajo. Aquí entramos en un dilema: ¿Cómo hacer que éstos tomen el cargo? Sócrates
nos plantea la manera más apropiada de “convencerlos”:
utilizando el castigo. Si ven la ineptitud de la persona en el poder, se
ven en la necesidad de tomar las riendas del Estado ellos mismos.
Elegir un gobernante
es de las tareas más complicadas, es por esto que para ser uno de los elegidos
se debe demostrar una
inclinación natural hacia el cargo. Para comprobar esta inclinación se ponen tres pruebas a
los candidatos: la primera consiste
en ver si son susceptibles a olvidar las enseñanzas o a ser
engañados, la segunda es una
prueba de dolor físico; mientras que la última es de
placer y de temor. Al haber pasado todas éstas, el candidato estaba listo para
pasar al segundo tipo de educación que plantea Sócrates
Antes de pasar a esta
segunda educación, debemos de aclarar cuál es la primera. La primera educación tenía que estar
disponible para todos. Ésta consistía
en educar al alumno desde tres aspectos diferentes: la música, la gimnasia y la
gramática. Esto con la intención de formar a las personas en todos los ámbitos
y no caer en extremismos. Con la música se pretendía sensibilizar al individuo,
con la gimnasia se tenía la idea de cuidar el hogar donde residía la sabiduría, mientras que con la
gramática se planeaba enseñar escritura, literatura y los valores morales.
Sobre este tema, Sócrates opina que el estar expuestos a historias que
dicen que los malos son felices y los de bien son desagraciados, y que la
injusticia es buena siempre y cuando sepas esconderla van a provocar que
la persona se “descarrile” del buen camino.
Regresemos al
segundo tipo de educación. Ésta consiste en clases de filosofía y ciencia, y
solamente se otorga a aquellos que hayan pasado
las tres pruebas dichas anteriormente. Por lo tanto, estas personas que se
están preparando para ser guardianes del Estado conforman la clase social del
Oro, la más alta en la jerarquía social de Sócrates. Las demás clases sociales,
los Plata (ejército), los Bronce (labradores) y los Hierro (artesanos) no
tienen permitido tomar este tipo de educación.
¿Por
qué dar filosofía en esta segunda educación? Porque un filósofo es aquel que busca la esencia de las cosas. Por tanto, no
se conforma con los niveles más bajos del conocimiento (la conjetura y la
creencia), sino que busca la inteligencia y profundiza sobre cómo son
verdaderamente las cosas.
De acuerdo con las clases sociales, Sócrates
piensa que un Oro deben juntarse con otro Oro; es decir los mejores con las
mejores. Pero aun cuando nos hable de estas restricciones y estas clases
sociales, no debemos
de pensar que se trata de un pensamiento clasicista. Él cree en la movilidad
entre estas clases, pues si un hijo nacido de Bronce nace siendo Oro tiene
todo el derecho de ser tratado como un Oro. En el caso contrario, si dos Oros
tienen un Plata, no importa su legado, el niño será tratado como Plata.
Hago
un pequeño paréntesis en esta idea que en la educación debe haber filtros, pues no todos se
encuentran capacitados para la segunda etapa. Me ha llamado mucho la atención
este punto pues considero que en nuestros tiempos, también debería haber
filtros en la educación para que no entrara cualquiera, y más en la
universidad.
En
el segundo debate presidencial, López Obrador tocó el tema de las universidades
públicas. Afirmó que quitaría el examen de admisión, pues según él solo era un
disfraz para cubrir su incapacidad para admitir a todos, y garantizó que la
educación superior debería de ser para todos los jóvenes. Sin embargo,
creo que esta propuesta estaba totalmente fuera de lugar. No solamente porque
es económicamente imposible, también porque los exámenes de admisión son un
filtro. Son una manera de decirle a todos aquellos que no hicieron nada durante tres años que el que no trabaja no
logra nada. Defender esta propuesta sería un error garrafal, pues veríamos caer
el nivel de las universidades a una velocidad impresionante.
Regresemos al tema. El
concepto de Schmitt de político, es decir, la distinción entre
amigo-enemigo, tienen semejanza con los argumentos de Platón, pues dicha percepción está muy
relacionada con varias de las características que deberían tener los guardianes del Estado. Por ejemplo, se
espera del guardián una
actitud afable con sus ciudadanos pero fiero con sus enemigos y una agudeza para distinguir al
enemigo, la velocidad para alcanzarlo y la fuerza para ganarle.
También
se espera que conozca las leyes y las costumbres de su pueblo para así
tomar las mejores decisiones. El guardián debe ser rápido tomando estas decisiones y éstas deben ser pensando en
beneficio del Estado.
Al
mismo tiempo, se menciona algo muy interesante, se afirma que tanto a los
guardianes como al ejército se les debe de dar sus bienes según la calidad de
sus servicios. Es decir, nos esta dando las bases de la llamada rendición de
cuentas.
Concuerdo
mucho con este punto, pues soy de la idea que lo importante no es quién esté en el poder,
sino quiénes estén ahí para
exigirle. Sé que muchos
siguen obstinados con el fraude electoral, pero debemos recordar lo siguiente:
El cambio no esta en un candidato, esta en manos de la sociedad civil. El
nombre del presidente es lo de menos, lo importante aquí es saber exigirle a quien
sea que se haya nombrado presidente.
Sócrates nos
plantea pensamientos revolucionarios pues no solamente nos introduce a la
rendición de cuentas, creo que también nos introduce a la igualdad de género y al nacionalismo. En
el primer caso nos afirma que no existen profesiones exclusivas de los hombres
o de las mujeres, no debe haber
distinción alguna por el sexo de la persona y las mujeres que muestren la
inclinación tienen el derecho de recibir
la misma educación que los hombres. En el segundo caso, afirma que se necesita inculcar a la sociedad
amor por la patria y sus compatriotas; pues después de su madre, la tierra fue
quien los formó y por tanto es su
obligación tratarla como otra madre, y a los demás ciudadanos como
otros hermanos.
Aunque
he tratado otros temas, no me he desviado del tema inicial: la justicia. Toda
esta explicación fue una premisa para entender la importancia de ésta. La justicia consiste en que cada quien haga lo que le
toca hacer. Pero entonces ¿Cuál es su importancia
en el individuo? Muchísima, pues cuando en el alma de la persona, la razón y la
ira se concentran en hacer lo que tiene
que hacer, sin mezclar funciones, la persona estará
en completo orden. Es decir, el hombre será totalmente funcional cuando la
razón mande y la ira obedezca
a ésta.
Del
mismo modo, la justicia es indispensable para la sociedad. Si los miembros de
toda la comunidad realizan sus funciones como debe ser, el Estado no va a tener
ningún problema. Por eso la clasificación en clases sociales, para que
cada quien, conforme a su inclinación natural, realice el trabajo en el cual es bueno, y así el
Estado siga en funcionamiento.
A
manera de cierre, quiero decir que leer a Platón debería de ser obligatorio
para todos. Este es un libro que te invita a reflexionar acerca de la situación
política en la que se encuentra México. Es decir, nos hace preguntarnos ¿en verdad se toman estas
medidas en nuestro país? ¿Verdaderamente así son nuestros “guardianes” del
Estado? ¿Hay similitud entre México y el Estado ideal que plantea? y lo más
importante ¿Qué podemos hacer para recuperar la sanidad de nuestro Estado?
Platón, La República, Tomo, México, 3era edición, 2008, pp. 11-258.
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